domingo, 27 de abril de 2008

Aléjate de mí, Vaticano, y llévate todos tus males

El otro día conversaba con alguien sobre cuestiones papales. Yo sinceramente no me siento muy ducha en esos temas, pero siempre es bueno escuchar algo. Me enteré -y es que en verdad, señoras y señores, yo no lo sabía- que en lugar de Benedicto XVI bien hubiera podido quedar un papa mexicano, sujeto cuyo nombre seguramente desconozco, que gozaba de gran popularidad ante los ojos de la Iglesia. Pensé en la bendición que fue eso de que las fuerzas del mal (o el bien, o el más o menos) impidieran la realización de dichos planes.
¿Por qué? Por una razón muy simple. El país hubiera caído en un catolicismo frenético imposible de superar por la Karolmanía del pueblo polaco. Imaginen un papa mexicano, y el agosto que harían los padres con las arcas llenas y los coches del año. Justificación genial para la gente inútil, que hubiera pasado buena parte del día rascándose la panza y pidiendo por la intercesión de un papa al cual le venimos valiendo madres que les llueva el dinero. Digo eso de "valerle madres" porque si en verdad le importáramos a alguno de esos señores, todo la inmensa cantidad de dinero que envían anualmente al Vaticano (que no lo necesita, con todas las donaciones de turistas y Ferraris que compran la salvación del obsequiante) lo invertirían en aliviar el problema de la pobreza. Pero no, no señor, no te equivoques, que los pobres son los principales proveedores de zapatitos rojos Prada que se pone el buen Ratzinger todas las mañanas.
Y con un papa mexicano, peor. Subirían las cuotas del diezmo, aumentaría el sentimiento de culpa a la hora de confesarse y se venderían más camisetas de la Virgen de Guadalupe....mismas que serían compradas por una bola de cholos que las usarían para ir a venderle tachitas a niños de 14 años y a embarazar a la novia que no ha terminado ni la primaria.
Un papa mexicano traería nuevos e inimaginables concursos telefónicos a Televisa y TV Azteca. Alcancías del papa para meterle los pesos en la cholla y entregarlo repletito el día de la colecta, llaveritos made in China, nuevas donaciones millonarias del gobernador de Jalisco para impulsar el turismo más indignante que es el religioso. El sentimiento nacional de que ya chingamos todos porque Dios nos llevará directo al cielo hagamos lo que hagamos, ¿cómo no se va a compadecer de nosotros, comadre, si el papa es de los nuestros?
Un alivio, porque no tendremos que fumarnos las transmisiones "48 horas previas a la visita del papa" con imágenes inéditas de los hombres de limpieza trapeando el escenario y las señoras arreglando sillas, discursos sinsentido del presidente de un Estado laico que va y se le hinca a otro hombre de Estado, vista panorámica de la ciudad que ya es de por sí un desastre con o sin la ayuda del papa, entrevistas a personas en la calle que no logran más que causar sonoros gemidos de desesperanza por parte de los letrados, la olímpica nulificación de todas las otras religiones a las que no dedican ni 3 minutos en los programas nefandos que transmiten por la madrugada, la inminente suspensión de todo programa (especialmente si es documental o medianamente provechoso para el cerebro) a excepción de los del Canal de las Estrellas, que morirá cuando el último mexicano sobre la tierra entregue el alma a quien sea que quiera llevársela.
Impensable, infame, increíblemente latinoamericano. Espero que no estemos listos para levantarle las faldillas a un pope mexicano, que le cedan el honor a un liliputiense visco, a cualquier visitante de otro planeta, a un actor de Bollywood (misas con musical y danza, tema para futura discusión en una borrachera). Toco madera para mí y para todos mis amigos.

2 comentarios:

Llanero solito dijo...

Muy buen texto Monse, si te leen los sacerdotes pedirán tu destierro. Cuídate.

Mujer perdida en un estado interno de ebriedad dijo...

No temo por los sacerdotes. Temo por las viejitas que me van a vapulear con palmas envenenadas del Domingo de Ramos.