sábado, 6 de octubre de 2007

Dos de octubre NO se olvida

Me encuentro sucia y sola en el aeropuerto de Dublín. Como tengo aproximadamente 30 minutos antes de abordar, les contaré mi triste historia. Todo comenzó relativamente bien a las 8 de la mańana. La verdad es que no pude dormir mucho por estar abrazada a mi mochila, cuidando que las botas no se le cayeran al incauto de la litera de abajo, y soportando traer no sé cuántas prendas encima. Pero claro, no habría problema porque sólo tenía que ir a comprar una maleta cualquiera para que mi vida estuviera resuelta. Oh, ingenua de mí.
Al despertar tuve que ir corriendo al bańo para quitarme todo lo que traía puesto. El día anterior me había quitado la mayor parte, pero en verdad no quieren saber el número de calzones que traía encima. Llegó un momento en el que sentí que a partir de este momento estaría llena de várices ocasionada s por el exceso de ropa. Fui al comedor por un súper desayuno de campeones consistente en pan “tostado” con “mantequilla” y materia untuosa estilo mermelada, cereal con “leche” y bebida sabor jugo de naranja. Lo comí como si fuera un desayuno del Maxim’s, sólo que con mucha menos educación de la que este lugar exige. Tomé y tomé y tomé jugo como si no hubiera un mańana, después lavé mis cosas y fui a la recepción. Oh, ingenua de mí.
El hombrecillo con acento francés de la noche anterior seguía ahí, yo me pregunto cuántas horas trabaja en ese hostal. Le pedí un mapa de Dublín y me dio una cosa que sólo servía para ubicar los eventos culturales de hace dos meses. Me fui caminando hasta el centro y todo parecía más bonito que ayer, hasta las gaviotas parecían chillar para mí. Oh, ingenua de mí.
Las tiendas abrían hasta las 10, así que pensé en hacer tiempo caminando por ahí. Crucé todo el centro como en 3 minutos y ya no sabía para dónde ir. Para variar, las calles se empezaron a torcer de maneras misteriosas y terminé quién sabe dónde. Cuando encontré mi camino, le pedí a un seńor que me tomara una foto con la estatua de James Joyce. Creo que es la única foto de Dublín donde salgo. Después de dar mil vueltas encontré una tienda con ofertas en maletas. Oh, ingenua de mí.
Salí de la tienda con una maleta de corazones que está toda loca y divertida. Tenía todavía como 3 horas para ir al aeropuerto. Vagué por cada maldito centro comercial sin mayor novedad que unas botas de 20 euros, una compra menos por realizar (ahora sólo falta un abrigo). Entré a una tienda de recuerditos y todo me pareció bastante feo. Me sorprendió que fueran tiendas oficiales y no puestecillos de abrahams, de hecho me sorprendió la ausencia de abrahams en toda la ciudad. Por cierto, me causó gracia que hay muchísimos polacos, rumanos y rusos, y luego tienen sus tiendas de abarrotes y peluquerías especiales. Lo de las tiendas lo comprendo pero, żcortes de cabello? Qué raro. Total que pasó mucho tiempo y de pronto sentía todo el cuerpo partido, la frente caliente, la cara fría, algo similar a las nauseas y la espalda a punto de hacer una L. Pero no pasaba nada, żverdad? Oh, ingenua de mí.
Como a las 12 decidí ir a comer fish & chips por dos poderosas razones: nunca las había probado y tal vez no podría comer nada más en todo el día. Pensé también que llevo varios días sin comer carne, y temí por mi salud futura. En el local fueron bastante amables conmigo, todo estaba limpio, etc. La comida sabía sorprendentemente bien, o era tal vez mi hambre. No pude terminar mi monumental plato (9.75 euros + refresco de botella de 2.50….. extrańo los lonches de la universidad). Después fui a la parada del bus, sin saber que a partir de ahí todo sería horroroso.
Por el camino hablé con una rumana… eso no es lo horroroso. De hecho era bastante buena onda y me dio risa que odiaba a los irlandeses por sucios. Al llegar al aeropuerto fui por mi maletota muy feliz porque ahora toda mi vida se resolvía frente a mis ojos, pero creo que debí haber seguido el presentimiento de mi axila derecha.
Distribuí el peso de la maletota en dos, y me alegró el hecho de no tener que cargar todo lo que había cargado en mi humilde cuerpecito el día de ayer (créanme que es la peor sensación que he sentido en mi vida, peor incluso que la vez aquella en el hospital, cuando me arreglaron la muńeca rota a golpes). Subí las escaleras eléctricas ingenuamente. Oh, amigos míos, Dublín no se compadece de nadie.
Llegué temprano al mostrador de Ryanair y todo el mundo me veía feo por traer tanto equipaje; a la primera provocación yo les hubiera gritado “hagan volar mi maldita maleta si no les parece”, pero no hubo necesidad (unfortunately). El primer gesto de amabilidad fue, de hecho, de unos polacos que me preguntaron a dónde iba y gritaron “ah! Varsava!!!!!” (Warsawa, de hecho) y me guiaron a la fila. Dios mío, perdónalos porque no saben lo que hacen.
La seńorita de Ryan Air me dijo muy amablemente que en total ambas maletas debían pesar 15 kilos, y no 15 cada una como me dijeron en Madrid. El corazón se me torció y seguramente todititas mis arterias se destaparon instantáneamente. Le empecé a decir que no y tal; por supuesto les valió un soberano camote. Lo mejor de esto es la cantidad que tuve que pagar (oh, en verdad no quiero recordarlo, que me da el ojillo como a don Cheto) 96 euros………….96 euros!!!!!!!! żpero de dónde demonios saqué yo 6 kilos de más en este viaje? Toda la fila para pagar me fui quejando con una seńora a la que le aplicaron una similar, le querían cobrar por el simple hecho de documentar, y las dos estábamos que nos volvíamos locas. En el mostrador la vieja todavía tuvo la “amabilidad” de decir 96 euros con una sonrisa malévola. Maldigo a Ryanair y a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, y al próximo ingenuo que ose comprarles un boleto. Maldigo también al amigo que me recomendó esa aerolínea.
Así que heme aquí sucia y pobre, con el cabello grasoso, seguramente sin desodorante porque lo perdí quién sabe dónde, con el mismo pantalón desde que salí de México, con 27 kilos de equipaje y unas enormes ganas de dinamitar el avión a Varsovia. Para rematar, la aerolínea que siempre está a tiempo lleva más de una hora de retraso, como la vez anterior. Prometo solemnemente mandarles un correo diciéndoles hasta de lo que se van a morir. Amén.

Postdata: al llegar a Varsovia, el dios Ug me mandó a una muchacha de nombre Eliza que hasta el momento me ha salvado la vida una infinidad de veces. Me dio comida, me pagó el autobús y el resto de esta bella historia se los contaré en el siguiente post.

3 comentarios:

Maximiliano dijo...

Glorioso. Si eso no es un viaje, decime que lo es.

Anónimo dijo...

Si bueno creo que debería de tomar un poco de responsabilidad por haberte hecho la maleta, pero luego.... TU me dejaste hacer la maleta, así que quién es el idiota en esta historia??? eeh?? eh??
Esta bien mis disculpas por mi patetico intento de hacerme sentir bien a cosata del corazoncito de la que esta lejos del terruño.
Al menos piensa en los polecías sexys, eehh?? eehh?? no te anima el animo anímicamente hablando????
Además, como dice John, imagine all the people!!!!

Por cierto soy Steff en caso de no haberlo notado o haber olvidado la bienhechora de la maleta en cuestión, es quen me deja publicar otra cosa que nosea anónima, yo creo que blogger está a favor de los terroristas. (JA!!! cuidado América! los anónimos nos inflitraremos en sus defensas!!
bueno ya, es que tengo hambre, de ahí el desvarío

Mujer perdida en un estado interno de ebriedad dijo...

Steff.
gracias por hacerme la maleta. La culpa fue toda mía por elegir Ryanair