sábado, 6 de octubre de 2007

Mi último día en Madrid

Para variar, me desperté como a las 11:30 de la mańana. Bueno, no para variar, porque la verdad es que he dormido muy poco. Pero de todos modos era tarde. Fui a la cocina y de desayunar sólo había Muesli (y todavía me atrevo a decir “sólo”, cuando he sido una gorrona asquerosa todo este tiempo), no pude dejar de pensar en el capítulo de los Simpson del día anterior, cuando Milhouse decía que no quería a su abuela porque le daba muesli para el desayuno.
Después de comer me bańé y chequé el internet, pero no pude escribir, o no recuerdo si lo hice, porque era muy tarde. Me vestí con toda la ropa que me cupo en el cuerpo…. En total, dos pares de calcetines, dos pares de medias, unos pantalones, unas botas, como 18 blusas, un saco, una chamarra y todo lo electrónico que me cupo en los bolsillos. Sentía que me iba a desmayar en el metro, lo juro.
De salida me encontré con Paula en la calle, y me ayudó a llegar hasta el metro, además de que me explicó el camino más corto para el aeropuerto (aunque eso lo podía ver en un mapa, pero, la verdad, me dio mucha flojera hacerlo. En una estación tenía que bajar como mil escaleras con mi maletota, y a medio camino un muchacho se compadeció de mí y me ayudó. Después no hubo mayor problema.
Al llegar al mostrador de Ryanair me dijeron que tenía 6 kilos de más (no en el cuerpo, en la maleta, en el cuerpo se me notaban como 8, parecía abeja reina con la panzota y las piernitas) Tuve que pagar la fabulosa cantidad de 48 euros (quiero morir, quiero morir, quiero morir) pero pensé que tal vez eran gajes del suplicio, que igual costaría más enviarlos por paquetería (por favor, no me digan lo contrario, es la única razón que me queda para vivir).
El vuelo se retrasó más de una hora, así que llegué a Dublín como a las 9:30 o algo así. Por cierto, el avión estaba lleno de publicidad, y todo, hasta las sonrisas seguramente, todo tenía precio. Ni un maldito cacahuate pisoteado te ofrecían. Ni muesli!!!!
Al llegar a la fila de inmigración, había un seńor cuya misión seguramente era hacerte llorar, porque a todos los no-europeos les gritaba horrores. Milagrosamente se abrió la cabina de al lado, y me atendió un tipo todo buena onda. Me dijo que Varsovia era una ciudad muy grande y no sé cuánto más. Fui por mi maleta y tan-tán.
Dejé esa odiada bestia con llantitas en la paquetería, porque hubiera sido muy absurdo de mi parte repetir la triste experiencia cargamaletera del ańo pasado (gracias por el consejo, noble y amado Rodrigo). Me perdí más de 20 camiones por esperar uno que pasaba a media noche, hasta que me harté y me subí al 747. Por cierto, es chistoso ver al chofer del otro lado del camión. Pero bueno.
Pedí instrucciones al llegar al centro y todo el mundo era espantosamente amable. Nada que ver con otros países. Después de caminar un ratote, llegué al hostal. Por cierto chicas, los policías son muy amables y me pareció que Steff los encontraría demasiado sexys, no sé, todos eran exactamente de su tipo (sniff, sniff, Steff, hubieras ido por tus hombres). Con decirles que hasta los borrachines de los bares te ayudaban.
Llegué al hostal y no sabía cómo abrir la puerta ji ji ji ji ji, hasta que un tipo la empujó, así que yo pasé directito a la recepción. El hombrecillo que estaba detrás del escritorio se parecía muchísimo a Daan (el holandés) pero también hablaba como duende francés. Estuve preguntándole cosas como por media hora (afortunadamente no se desesperó) y me fui a mi camita. Cuál fue mi sorpresa al llegar y ver a un hombre viejo y feo quitándose ahí la camiseta. Claro que le dije “aaaaaaaay gordito, así te quería encontraaaaaaar, acurrúcame entre tus carnes” pero me ganó la decencia y le dije que era mi cama. Claro que me mandó al diablo y volví a la recepción, me asignaron otra.
“Dormí” con mi ropa, cuidando que las botas no se cayeran y abrazando la mochila con mi compu. A cada rato me despertaba por miedo a haber tirado/aplastado algo. No hubo mayor complicación que una serie de malestares chistosos e inexplicables. Dios bendiga a los que se quedan en casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sniff sniff, poruqe oh Dios de los Mortales me dejaste a mi suerte en mi folklórico país?? Algún día... algún día Steff probará suerte con los anglosajones y dejrá a los latinos atrás....algún día del próximo año juar juar